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viernes, 10 de octubre de 2008

Gregorio Luke: "Tijuana o cómo la cultura puede derrotar a la inseguridad"

Se reproduce esta entrevista que La Voz de San Diego hizo a Gregorio Luke, un apasionado conferencista que se ha propuesto sacar de los museos al muralismo mexicano y llevarlo a las comunidades para que lo conozca el público. Recientemente, a principios de agosto, presentó con gran éxito el ciclo de conferencias "Murales bajo las estrellas" (Siqueiros, Orozco y Rivera) en el Cecut de Tijuana. La fe encendida es el motor que alienta a Luke a llevar a cabo estas presentaciones.

Es pertinente recuperar esta entrevista en el actual contexto de inseguridad pública y de crisis económica internacional; sus ideas pudieran ayudar a plantear una salida a este panorama desalentador que estamos viviendo con la caída financiera en curso.

El maestro Luke, impulsor del ampliamente reconocido y aclamado ciclo de conferencias "Murales bajo las estrellas", es un convencido de que la guerra contra la inseguridad se puede ganar mediante el impulso a la cultura y a la recuperación de los espacios públicos. Esta es una entrevista oportuna ahora que están por inaugurarse las salas de exposiciones en “El Cubo” del Centro Cultural Tijuana.


¿Cuál es su perspectiva al respecto de la inseguridad?


La guerra a la delincuencia, los problemas de inseguridad tienen dos niveles, uno es el objetivo, real, obviamente no lo puedes ignorar, pero aparte hay todo un problema mediático que se genera, que multiplica la violencia, que la hace un fenómeno que se vuelve prevalente en toda la sociedad, que introduce una vida de terror permanente, y que termina por agravar el problema objetivo.


A mayor temor, mayor aislamiento, a mayor aislamiento, hay menos gente en la calle, entonces, hay menos turismo, y se abren más espacios para el crimen, para la delincuencia; pero, cuando la gente sale a la calle, lo vimos antier con el “Potrillo” [se refiere a la presentación que Alejandro Fernández hizo en la canalización del río Tijuana], 50 mil personas en el canal con una noche blanca. Con lo de la Opera en la Calle tampoco hubo crimen.


Siento que si solamente se piensa resolver el problema de la inseguridad con métodos coercitivos, más policías, ejército, armamento, entonces acabamos en un escenario de guerra, que multiplica el miedo de la población, ahuyenta el turismo, la inversión y entramos a una espiral de muerte, y es un conflicto que no tiene solución, porque a diferencia de una guerra convencional, donde estás enfrentando a un enemigo que tiene una frontera clara, una ubicación precisa, aquí estas hablando de una serie de elementos internos, y solo podría funcionar en una ciudad totalitaria, como cuando Mao y Hitler arrestaron y acabaron a todos. En la Cuba revolucionaria, agarraron a todos los mafiosos y se acabó. Pero si tú no eres una ciudad totalitaria, si tienes una vecindad con el estado del país más poderoso, es un problema insoluble, entonces hay que ver lo que funciona en otras sociedades.


Entonces, ¿qué hacer?


No te lo digo porque me sienta un iluminado, pero hay que ver ¿cómo han enfrentado problemas similares otras ciudades? En España, Bilbao, tenía graves problemas de inseguridad, distintos a los que tenemos en Tijuana, porque ahí tenían problemas relacionados con el terrorismo organizado políticamente, básicamente la ETA, que era un fenómeno donde la gente vivía con el terror de las bombas y los secuestros, donde la ETA pedía el impuesto revolucionario a los empresarios, y la percepción de la inseguridad afectaba no solamente a Bilbao, en particular, sino a las provincias vascas en general, lo cual reducía el turismo, generaba a su vez más inseguridad, terror y miedo. Y se intentaron diversas formas de enfrentar al terrorismo, policiacas, militares, de alta inteligencia.


Pero lo que realmente empezó a cambiar a Bilbao, no fueron esas medidas militares, o no únicamente esas medidas militares, yo no quiero afirmar que no se necesiten, pero empezaron a cambiar las cosas en Bilbao cuando crearon el gran Museo del Guggenheim. Contrataron al arquitecto más famoso del mundo, a Frank O. Gehry, y construyeron un museo bellísimo que se conoció en todo el mundo; también comisionaron la gran escultura del perrito de flores, Luppy, obra de Jeff Koons, y empezaron a traer las grandes exposiciones. Entonces la gente empezó a hablar de Bilbao, no solamente refiriéndose a la inseguridad, al terrorismo y al crimen que seguía, pero ahora había otro elemento enorme cultural, atractivo, que obligaba a los periodistas de todo el mundo a hablar del edificio, de la cultura, del perrito Luppy, y empezó a regresar el turismo, los restaurantes empezaron a tener otra vez clientes, la cocina vasca empezó a darse a conocer y la gente conoció otra dimensión.


¿Así que la política cultural sería la solución a la inseguridad?


No estoy sugiriendo que porque haces política cultural va a acabar la delincuencia, pero a la hora que hay un imán que impulsa al turismo, que la gente empezaba a venir y que empezaba a salir a la calle, a constatar que muchos de los actos violentos están focalizados, empiezan a renacer muchas industrias. Bilbao ahora es una de las grandes ciudades europeas con un crecimiento mayor, y una buena parte de este crecimiento está derivado del turismo.


¿Algún otro ejemplo, aparte de Bilbao?


Nueva York en los años setenta era una ciudad que parecía en declive; es verdad que hubo campañas policiacas importantes, pero también hubo toda una serie de medidas culturales, desde embellecer la ciudad, florecer festivales en Central Park, con lo que la gente empieza a salir otra vez. Nueva York es ahora una de las ciudades con mayor seguridad; el turismo regresó y, de nuevo, florecen los restaurantes; en suma, mejora la calidad de vida.


Otro caso en Estados Unidos es Los Ángeles, donde hubo todo un proceso. En Los Ángeles cometieron errores en su urbanización, construyendo oficinas en el centro que en la noche era una cueva de lobos. ¿Qué ha hecho Los Ángeles? Ha aumentado la seguridad, pero también está el Disney City Hall, se están renovando museos, construyendo escuelas; hay toda una inversión pública y privada muy fuerte en cuestiones de cultura y de turismo.


Y si alguien dice “bueno eso es Europa y Estados Unidos…”


Hay que ver el caso de Bogotá, ciudad latinoamericana que tenía un problema de inseguridad y de delincuencia peor que nosotros aquí en Tijuana; parecía que era imposible remontar la situación; era una ciudad acosada, además, por la delincuencia y por el terrorismo político, crisis económica, etcétera. Y aunque rearmaron a la policía, metieron al ejército, realmente lo que está cambiando las cosas tanto en Bogotá como en Medellín es una gran inversión en cultura; un reavivamiento de los festivales, y cambiar el tema de las cosas.


A partir de lo que ha comentado, ¿qué se puede hacer en Tijuana?


Yo pienso que Tijuana tiene la opción ahora de convertirse en un Beirut o en una capital de la cultura. Tijuana tiene ya ahorita una importancia enorme en México, no solamente por su carácter fronterizo, aquí se esta generando un lugar con los mejores artistas del mundo, sino que he visto un trabajo de jóvenes que me emociona; hay una vida cultural, intensa, rica, poderosa. Para mi, las opciones son muy claras, hay que apostarle a la cultura, pero ésta necesita recursos y estos no pueden provenir solamente del sector privado; ese es un vicio que deriva de una mala observación del sistema norteamericano, ojalá que se destierre, los recursos tienen que venir también del Estado en todos sus niveles.


Hay que invertir en la cultura, hacer más eventos como los que hemos visto esta semana. Por cierto, me decían algunos amigos descorazonados es que los medios solamente cubren lo negativo, y me daban el triste caso de la noche que se hizo el experimento de ópera en la calle, se dio un hecho de unos quemados, a lo que los medios dieron las ocho columnas; no fue a las 7 mil personas que asistieron a la ópera en la calle, sino los quemados, y usaban esto como un ejemplo de que hay muchos eventos, pero lo que cubren es sólo lo negativo.


Yo digo que hay que hacer eventos culturales todo el tiempo, para que esto se vuelva noticia en Estados Unidos, en Europa; tiene que haber un movimiento en gran escala; se tiene que hacer ópera en la calle en todas las calles, y se tiene que hace música en la calle y se tiene que decir a la Orquesta de Baja California: “te me vas a ir al Mariano Matamoros a dar un concierto, te vamos a apoyar para una gira en la Zona Este”. Este fenómeno que acabamos de presenciar con la conferencia “Murales bajo las estrellas” es un modelo que está perfecto para esto porque no es costoso. Es una especie de caravana cultural con relativamente pocos recursos.


¿Se trata de multiplicar eventos culturales a lo largo de la ciudad?


Hay que apostarle a eso; hay que tener más eventos; si bien, hay quienes han criticado lo del Potrillo, a mi me parece que hay que aprovechar la canalización. La idea me parece excelente; tiene que volverse un espectáculo permanente allí, y convocar a todos los artistas populares Pro-Tijuana. Estoy seguro que si se invita a Juan Gabriel, Luis Miguel (y ahora que el Potrillo puso el ejemplo), gentes como el papá del potrillo que den un concierto gratis para el pueblo, para combatir la inseguridad.


Aparte de todo está la suerte histórica de que Tijuana está por contar con un museo de primer mundo; la gente no se da cuenta, así como Bilbao tuvo su Guggenheim y Los Ángeles su Disney Hall, Tijuana tiene ahora El Cubo, y quiero reconocer a Tere Vicencio y su equipo porque este es un logro enorme, un acierto a todos los niveles: arquitectónico, político, cultural que va a permitir traer grandes exposiciones; pero no basta poner el huevo, hay que cacarearlo. Me preocupa que se trata la noticia como de la sección cultural; no, quiero verlo en las ocho columnas de los medios; espero que ahora que se inaugure El Cubo que se le den las ocho columnas. Viene Buda a Tijuana, y hay que apoyar al Cecut: donar dinero para que se repare esa fuente alrededor de la Bola.


Hay que lanzar ese Museo del Trompo, ¡ya!, meterle lana. Todo este préstamo para la infraestructura está bien; pero ojalá que además de que se reparen los baches físicos, también se reparen los baches espirituales y culturales y hay que invertirle dinero; hay que apoyar decididamente al Cecut, porque aquí debe haber exposiciones cada cuatro o seis meses que sean un trancazo; que retumbe todo el norte, tiene que haber aquí las grandes obras maestras egipcias, chinas, que se traigan la obra de Diego Rivera, de Orozco, de Siqueiros; establecer relaciones con el MARCO [Museo de Arte Contemporáneo], con todos los museos de la capital, y apoyar a los artistas de aquí. Promover la creación de galerías, series gastronómicas, equivalentes a la fiesta de la vendimia en las calles, todo esto es muy importante.


¿Este impulso puede hacer renacer la vida nocturna de Tijuana?


La espiral de la violencia y el temor es particularmente grave en una ciudad como Tijuana, que ha vivido del turismo toda su vida y cuya principal identidad estriba en su vida nocturna. Es algo que se puede criticar, pero es una construcción cultural, Tijuana sin noche es como Acapulco sin playa, la diferencia es que la playa es un recurso natural y la noche es una creación social, ha llevado muchos años para que Tijuana cree ese ambiente, que la gente sepa que aquí va a haber la mejor comida, bares, diversión relativamente segura; esto es algo que siempre ha existido, entonces a mi me preocupa mucho que hasta los marines tienen miedo de venir a Tijuana.


Tú vas a la Avenida Revolución y es una cosa triste que cierren los bares y abran las farmacias, porque los bares también son una expresión de la cultura; cuando yo te hablo de cultura no me refiero únicamente a las Bellas Artes; estoy hablando que Tijuana tiene que seguir siendo lo que es, un lugar donde la gente se la pasa bien, donde la gente coma bien. Nosotros aquí en Tijuana no tenemos las bellezas naturales de otras partes, lo que tenemos es la hospitalidad, la calidez de la gente, una sensación de sentirse bienvenido; tu llegas a Tijuana y te sientes a gusto. Yo creo que es la ciudad mexicana más abierta, de las ciudades grandes, y es una ciudad que te hace sentirte en casa. En una forma mucho mayor que Guadalajara y la ciudad de México, aquí la sociedad está abierta, te recibe, está abierta al inmigrante y es un lugar donde se come muy bien. Eso hay que defenderlo, hay que hacer más festivales, sacar a la gente a la calle.


El propio Gregorio Luke se pregunta: ¿Por qué disminuye la delincuencia cuando tienes 50 mil gentes? Responde:


Porque hay 100 mil ojos; es mucho mas difícil para el malandrín agarrar a una persona, y la gente sabe que no están solos, están reconquistando los espacios; claro, que hay mucho que hacer y enfrentar, pero la cultura juega un papel muy importante en esto, hay que hacerlo pronto, la ciudad ha tocado fondo, estamos ahorita saliendo de un periodo muy difícil, y pareciera que se necesita una intervención divina, la suerte o la tenacidad de alguna persona, pero el hecho verídico es que en dos meses va a haber un espacio museográfico de primera, de calidad mundial de El Cubo.


¿Entonces, qué toca hacer a Tijuana?


Hay que abrir pronto ese museo infantil; hay que revivir la plaza de toros, hay que traer otra vez las corridas de toros; debemos lanzar una campaña de cultura tan fuerte, tan poderosa que no sea posible ignorarla, que la gente empiece a hablar del renacimiento cultural de Tijuana, pero no se va a dar así como así; una golondrina no hace verano, tiene que ser una política y una estrategia económica, no puede ser el esfuerzo individual de una institución o una persona, usando un término mercadotécnico horrendo: para reposicionar a Tijuana en la mente no solamente de los tijuanenses sino del mundo.


Esto que intentaba hacer Antonio Navalón, quien fue muy mal entendido; a ese hombre habría que darle las llaves de la ciudad, invitarlo de nuevo, hacerle un homenaje, porque toda esta idea de “Tercera Nación”, de llevar a Tijuana a España, eso es lo que hay que hacer; habría que invitar a ese señor a que viniera aquí y asesorarse de personas así, para que lleven artistas de Tijuana a todo el mundo, y traigan a artistas aquí, que vivan la noche, que se invierta en el turismo.


Tiene que haber un movimiento de tal magnitud que los periódicos empiecen a escribir del tema; si empieza a haber un movimiento operístico, a traer cantantes y de repente encontramos 20 operas en todas partes, esto no se puede ignorar por los medios.


Que la canalización no sea solo una ocasión, sino un plan que contemple traer artistas a los conciertos gratuitos; hay que ver las iniciativas que han funcionado. Hay que apoyar mucho también la alta cultura, asistir a un museo de gran calidad es importante, hay que hacer una colección permanente de los artistas de esta zona. En el IMAC hay que restaurar el mural, la sala Raúl Anguiano. Tijuana puede convertirse en ejemplo del mundo, si se sobrepone a los problemas que está enfrentando, y se empieza a hablar de un renacimiento cultural. Un dato interesante: Tijuana es la única ciudad mexicana a la cual el norteamericano se refiere con diminutivo; ellos cuando sienten familiaridad llaman Bob o Bill a la gente abrevian las cosas, y la gente se refiere a Tijuana como “TJ”; a México no le llaman “MX” o a Guadalajara “GD”. En cambio, “TJ” forma parte del imaginario norteamericano, principalmente del californiano.


¿Y esto como repercutiría en el aspecto económico?


Si Tijuana se vuelve un ejemplo de cultura, imaginemos la inversión que eso podría generar y lo que significaría en términos de empleo; hay muchos norteamericanos que extrañan Tijuana. San Diego es muy aburrido y aún con lo que me encanta Rosarito y Ensenada, no es igual que Tijuana. Hay gente que quiere venir, que quiere invertir y no lo hace por temor. Si se hace este gran cambio de imagen que propongo, que es un clamor social, esto puede tener repercusiones en el ánimo de las personas y en el clima económico de la ciudad. Imagina si la gente empieza a hablar del movimiento operístico de Tijuana, del movimiento musical, de las grandes exposiciones, si los restaurantes florecen, si se empieza a hablar de cómo la cultura derrotó a la inseguridad, Tijuana será otra.


Los problemas que enfrentamos son sicológicos; los fundamentos de la ciudad son sólidos; su geografía es ideal, hay que enfrentar a la delincuencia en su forma objetiva, pero también en lo subjetivo, que se hable de la ciudad en otra forma y esto va a redundar no solamente en la vida de los habitantes de Tijuana, sino que va a haber más inversión y desarrollo y, por tanto, más seguridad, dinero y empleo. Es importante que se deje de ver a la cultura como un gasto; hay que verla como una política de desarrollo y de promoción turística y económica; esto puede revolucionar y salvar a Tijuana, todos los ejemplos que vemos en el mundo nos confirman esta idea.


El maestro Gregorio Luke ha puesto la tarea: toca a Tijuana o “TJ” y a los tijuanenses decidir si quieren o no hacerla.

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